Capitulo 5: ¿Locura de Amor?
Evangeline se había
alejado de ellos tambaleante y débil. No quería ver a Antare nunca más, quería
mantenerse alejada de él por siempre y tampoco quería ver a Yue, en alguna
parte de su cerebro lo culpaba por la actitud del mesías.
Desapareció de allí
con la poca energía que tenía y apareció en una cueva, donde se recostó en el
suelo y casi de inmediato cayó dormida.
- Ella me odia y no
regresará – dijo Antare a Yue, aun en el mismo lugar donde Evangeline los había
dejado – No aceptará mi ayuda tampoco – Las siguientes palabras parecieron
salir con dificultad de labios de Antare – Yue… ayúdala.
- No es necesario
que me lo pida – Yue sonrió con algo de autosuficiencia – la ayudaré porque
quiero.
- ¡Si le haces
algo…! – Antare se oía molesto.
- ¿Mas de lo que ya
le ha hecho usted? – lo interrumpió Yue con la misma sonrisa, pero esta vez con
sus ojos brillando rojos.
Antare no dijo nada
y Yue desapareció para buscar a Eva. La encontró en la cueva, dormida.
Suspiró al verla
así, su traje roto, heridas en su cuerpo y en un evidente periodo bajo de
energía. Si la dejaba así cualquiera podría lastimarla, así que se la llevó a
su casa, sin importarle si ella se molestaba al despertar.
Le quitó el traje
que llevaba puesto y la bañó, teniéndola aun inconsciente entre sus brazos. Curó
sus heridas y le dejó dormida en su cama.
Ella durmió por dos
días completos en los que Yue la vigiló y en ocasiones se recostaba junto a
ella.
Al amanecer del
tercer día Evangeline finalmente despertó sintiéndose mejor y con sus poderes
totalmente restaurados. Al abrir los ojos y darse cuenta de lo que ocurría a su
alrededor notó que estaba siendo abrazada. Vio a Yue a su lado, dormido. El
demonio no notó lo que pasó hasta que sintió que se estrellaba contra una de
las paredes del cuarto.
- ¡Pero… que…! –
dijo él al reponerse del golpe.
- ¿¡Que hago aquí y
que me hiciste?! – pregunto Evangeline, molesta al notar que estaba desnuda en
la cama.
- Estas aquí porque
no podía dejarte expuesta en una cueva – dijo con cierta molestia al notar su
reacción – Y lo único que hice fue curar tus heridas.
- ¡¿Y para eso
tenias que dormir conmigo?! – ella hizo aparecer ropas sobre su cuerpo. Un
pantalón de cuero negro, botas hasta casi la rodilla y un top rojo y negro.
- Ah, bueno… eso… -
él levantó su mano hasta su nuca y miró hacia otro lado – pensé que podrías
tener frío – Yue sonrió seductoramente y la demonio levantó una ceja.
- ¡Me voy!
- ¡No te puedes ir!
– Yue la tomó de un brazo impidiendo que se alejara.
- ¿Por qué no?
Yue trato de buscar
alguna excusa que la convenciera de quedarse.
- Estás débil –
dijo el finalmente.
- No, no lo estoy
¿te lo demuestro? – pregunto la súcubo sonriendo peligrosamente.
- No, gracias.
Quizás no ahora, pero lo estarás. No te estabilizaras hasta que termines de
crecer. Algo así dijo Antare cuando estabas secuestrada. – A medida que el
demonio hablaba se acercaba a ella.
- Aun así…
- Aun así tendrás
momentos en los que estarás tan débil como un humano – la interrumpió - ¿Y
dónde te quedarás? No tendrás el poder ni para mantener en pie una casa ¿te arriesgarás
a dormir en el interior de una cueva?
Evangeline no
quería reconocerlo, pero él tenía razón.
- Así como yo te
encontré y traje aquí – continuó Yue – puede hacerlo otro también. Así como
estuviste a mi merced, que por cierto no te hice nada, – el omitió que la besó
mientras dormía – también alguien más puede encontrarte y, créeme Evangeline,
no todos los demonios son tan amables como yo, y menos con una hibrida de
arcángel.
- Eres un
manipulador ¿lo sabías?
- No lo soy, solo
digo la verdad – Yue estaba tan cerca de la demonio que casi podían tocarse.
El sonrió de nuevo
para ella, dedicándola su sonrisa más seductora.
- Tus encantos me
resbalan – dijo ella desafiante, para luego imitar la sonrisa de Yue y decirle
- ¿y los míos que te hacen sentir? – apoyó sus manos en el pecho de Yue.
Cuando Evangeline
hizo este gesto por primera vez para Yue, a modo de juego para ella, se condenó
a si misma a que el demonio frente a ella quisiera hacer lo necesario para
retenerla.
- Evangeline – dijo
el cerrando los ojos – no juegues con fuego, que te puedes quemar – él la tomó
de la cintura.
- No creas que te
será tan fácil – dijo ella riendo y apartándose.
El suspiró algo
resignado, pero sonriendo dijo:
- Si fuera fácil,
no sería divertido.
- Tu confianza me
abruma – dijo ella moviendo la cabeza.
- ¿Y? ¿Te quedarás?
– preguntó Yue finalmente – Recuerda que tu padre te busca y por el momento
eres blanco fácil.
- Está bien – dijo
ella, mirándolo de forma seria- me quedaré, pero solo el tiempo suficiente para
que pueda crear mi propio hogar y mantenerlo.
El sonrió triunfal.
- No sonrías así,
al menos espero tener mi propia habitación.
- ¿Qué no te gusta
la mía? Es la más cómoda en todo el palacio.
- Entonces me la
cederás y te irás a otra habitación – ella sonrió con inocencia mientras
hablaba.
- Pero es mi
habitación, y si duermo contigo, podré protegerte mejor.
- ¡Olvídalo amigo! –
dijo ella adoptando una actitud seria- Yo no necesito protección, solo un lugar
donde quedarme un tiempo, te pagaré recolectando objetos valiosos, armas para
ser más exactos, o te daré mi sangre.
- No es necesario…
aunque si quieres pagarme puedo pensar en algo mejor que eso.
- ¡Es eso o nada! –
dijo ella autoritaria.
Yue suspiró
resignado
- Nosotros éramos
amigos, Evangeline ¿Por qué me tratas así ahora?- él se notaba serio y algo
triste.
Esa actitud
sorprendió a la súcubo, quien lo miró y dijo:
- Creo que… - iba a
decir que de alguna manera el era el culpable de que Antare la hubiese
rechazado, pero en el fondo de su corazón, alma, cerebro o lo que fuera, sabía
que no era cierto, y reconoció la verdad – no me gusta lo que tratas de hacer.
- ¿Y que trato de
hacer?
Evangeline señaló
la cama
- No soy un trofeo
Yue.
- Jamás he pensado
en ti como un trofeo, Evangeline – dijo él, entendiendo a lo que ella se
refería.
- Seré una súcubo
pero no soy usable.
- ¿Usable? – el se
sorprendió por el término.
- ¡O desechable,
como sea, no quiero seguir tocando este tema!- recordando que Antare la había rechazado
luego de estar con ella.
Ella desapareció de
allí, visitó lugares durante ese día, pero finalmente regresó en la noche, para
alivio de Yue, a pesar que él la vigiló durante todo ese tiempo.
- Deja de vigilarme
– fue lo primero que ella dijo al llegar y luego se encerró en una de las
habitaciones.
Era así todos los
días, y en ocasiones ella no llegaba. Ahora que no estaba bajo la tutela de
Antare, quien le prohibía casi todo, ella daba rienda suelta a su curiosidad.
Además de continuar con sus estudios de lenguas antiguas y entrenamiento en
todo tipo de artes marciales. Estudiaba y entrenaba sola, aunque Yue siempre estaba
pendiente de sus movimientos, lo que en ocasiones la irritaba.
Casi medio año
después que Evangeline fuera a vivir con Yue, tiempo en que no vio a Antare,
pero en que el mesías si sabía lo que ella hacía, ella se alimentaba de Yue,
pero este no quería alimentarse de ella, ya que sabía cuáles eran los efectos
que podía producirle su sangre, y mientras ella no le diera alguna esperanza
era mejor no arriesgarse.
Una tarde en que
Evangeline entrenaba sola en un paraje montañoso y frío, cubierto parcialmente por
la nieve, en el mundo humano, pudo finalmente bloquear su presencia a todo ser
que existía en el mundo, esto la hizo reír de felicidad.
Yue al no sentir su
presencia se preocupó, y más porque se encontraba en el mundo humano. Creyó que
Miguel nuevamente se la había llevado o peor aún, estaba muerta. Comenzó a
buscarla frenéticamente, hasta que finalmente decidió ir donde Antare.
- No sé dónde está
Evangeline – dijo Yue a modo de saludo.
- Te bloqueó – dijo
Antare sin levantar la vista de su libro.
- ¿Cómo lo sabes?
¿La sientes? ¿Sabes dónde está?
- Quizás – él
seguía en la misma actitud.
Es que para Antare
este no era un problema, siempre sabía dónde estaba su Error, y si estaba en
peligro o no. Años antes había puesto en su nuca un sello. Había previsto que
ella se marcharía un día y quería estar seguro que siempre estaría bien.
- ¡Maldición
sensei! Dime si le pasó algo.
- No quiero – dijo
él. En el fondo estaba celoso, no podía negarlo y un momento de sufrimiento
para Yue no le parecía tan malo.
El demonio
desapareció de allí sin decir nada, hasta que finalmente sintió la presencia de
Evangeline, solo que ahora se sentía diferente, débil, casi sin poder. Apareció
frente a ella, estaba sentada sobre una roca y se abrazaba a sí misma. Con su
poder actual era incapaz de regresar a casa de Yue y tenía frío.
Yue la abrazó de
inmediato al verla.
- ¡Oye! – dijo ella
a modo de protesta al sentir su abrazo, pero no se apartó, se sentía muy cálido
y tenía mucho frío.
- No vuelvas a
hacer eso – dijo él – de verdad me preocupé – no la soltaba.
- ¿Me puedes sacar
de aquí por favor?
- Es que aquí tengo
la ventaja de que puedo abrazarte sin que me rechaces - dijo Yue sonriendo.
- ¡Idiota! – dijo
ella, aunque se sentía bien ser abrazada.
Al llegar al hogar
de Yue, este la sentó frente a él, y le dijo:
- Quiero hacerte
una propuesta – hizo aparecer un libro que se abrió en una página, mostrando un
conjuro y un sello – Hagamos un pacto, este.
- ¿Estás loco? Es
un pacto eterno, no lo haré – dijo ella leyendo de que se trataba.
- No necesariamente
es eterno, si no se completa el ritual, puede deshacerse.
- Ya… ¿y por qué yo
querría hacer un pacto contigo?
- Aun faltan unos
meses para que deje de pasarte lo de hoy, de verdad me preocupé por ti, y si
hacemos un contrato el sello que nos uniría me permitiría encontrarte a pesar
que tu presencia sea bloqueada, o en la mayoría de las veces.
- No estás seguro.
- Cabe la
posibilidad de que un poder realmente superior me impida encontrarte, pero
espero que eso no pase.
- No ha pasado nada
en estos meses Yue ¿Por qué pasaría ahora?
- ¿Quieres correr
el riesgo? ¿Y si hoy no te hubiese encontrado en esa montaña? Si tu poder
hubiese disminuido un poco más no te habría encontrado. Sabes que te buscan,
que a veces eres vulnerable, y sin embargo no te cuidas – las últimas palabras
de Yue sonaron a regaño.
- Es que es muy
aburrido – dijo ella haciendo puchero – Y ya no creo que me busquen, de verdad…
- Aun así solo
serán unos meses.
Evangeline sonrió
traviesa.
- ¿Y serás mi
sirviente? ¿Mi demonio y harás todo lo que yo te diga?
- Absolutamente –
el sonrió también – en “todo” lo que me pidas.
Aunque era evidente
que pensaban en cosas distintas.
- Serás mi joven
ama – dijo él.
Y es que en
realidad ella era joven, apenas contaba con doce años humanos, aunque física y
mentalmente aparentara unos diecisiete. Su raza crecía de forma distinta.
Decidieron hacer el
contrato sin dudarlo ya más. Se pusieron de pie, uno frente al otro. Yue tomó
la muñeca de la demonio para beber de su sangre y hacer el pacto, pero la miró
a los ojos y entonces supo que no quería separarse de ella jamás, que no quería
ser su sirviente solo por unos meses, lo quería por siempre.
- ¿Aceptas? –
preguntó el demonio teniéndola sujeta de la muñeca.
- Acepto – dijo
ella sonriendo.
Lo que Yue hizo a
continuación lo consideró como una locura, ¿una locura de amor? Sabía que
estaba mal, que ella se molestaría e incluso podría llegar a odiarlo, pero si
estaban atados el uno al otro tendría más posibilidades de conquistarla, el
tiempo lo ayudaría, además ella no tenía por qué saber que diciendo el conjuro
al revés, el pacto podía deshacerse. La atrajo hacia él con fuerza para
sorpresa de la súcubo, y la besó mordiendo su labio, bebiendo de allí su sangre
y compartiendo su fuerza vital a través del beso, eso según el libro lo hacía
eterno. Si solo hubiese bebido de la muñeca, solo con las palabras “acabo este
pacto por mi decisión” ambos se verían libres. Un círculo de fuego los envolvió
marcando el sello del pacto entre los pechos de Evangeline y el dorso de la
mano de Yue.
Ella se separó del
beso, pero era tarde, ya estaban atados, ella creía que en un pacto sin
retorno, eterno, lo miró con furia y…
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