sábado, 20 de abril de 2013

La historia de Yue y Evangeline: Capitulo 7


Capitulo 7: Cambios y verdades

Yue escuchó las palabras de Evangeline con su típica sonrisa de que todo estaba bien. A pesar del rechazo, de las palabras de su ama, el demonio se sentía confiado, sabía que Evangeline no creía realmente lo que decía, y la demonio, aunque tratase de creerlo, sabía que esas palabras eran una mentira.

Ambos tomaron una decisión. Yue haría lo posible por demostrarle lo contrario, y dejarle claro que si podía enamorarse, hacer que le correspondiera, y Evangeline se prometió solemnemente no enamorarse de nuevo.

En el fondo era una lucha de voluntades.

Fueron a vivir juntos en el palacete de Evangeline, continuando con su relación amo  sirviente, tal como lo hacían en el hogar de Yue. Pero algo había cambiado entre ambos. Yue siempre había sido amable y coqueto, todo un seductor, pero desde que había conocido a su joven ama esa actitud se había perdido un poco, ahora, luego de más de tres años de conocerse el volvió a ser el coqueto y seductor Yue, pero no solo con ella, sino con cualquiera cuando quisiera. En un comienzo Evangeline solo notaba la actitud y la ignoraba, que le importaba a ella si él se involucraba con alguien más, después de todo era solo su sirviente demonio. Pero cada vez esa actitud le molestaba más y como una infantil manera de desquitarse ella comenzó a hacer lo mismo, aunque nunca llegaba muy lejos, y siempre con aquellas personas que sabía que podía intimidar y no le seguirían el juego. Era su pequeña venganza por los celos que la hacía sentir. Celos que no quería admitir.

Era una relación extraña y bipolar, a veces un tanto infantil que en ocasiones bordeaba la ternura. Poco a poco ella olvidaba a Antare y lo sustituía en su corazón con el demonio que la servía día y noche.

Aun así pasaron algunos años desde que Yue comenzó a vivir con ella para que Evangeline respondiera sus besos de manera natural.

Ella sabía que muchas noches Yue la besaba cuando se dormía. En una de esas noches los ojos de Evangeline se abrieron y sus brazos rodearon el cuello del demonio.

- ¿No te cansas de hacerlo? – dijo ella sonriendo sin soltarlo - ¿No encuentras aburrido besarme mientras duermo? ¿No preferirías que te respondiera?

Por única respuesta a estas preguntas Yue sonrió y se acercó más a ella para besarla de nuevo. Ella respondió el beso esa noche y muchas más que siguieron.

Días después los besos dieron paso a algo más, sin pudores entre ambos, sin límites. El demonio poco a poco conseguía todo lo que quería de ella y Evangeline poco a poco estaba haciendo y sintiendo por Yue todo aquello que se juró jamás haría o sentiría de nuevo.

Esa primera noche que estuvieron juntos fue muy distinta para Evangeline en comparación con la noche que había pasado con Antare, aunque también fue diferente a las siguientes que pasó con Yue. Fue de exploración, aprendizaje y reconocimiento, apasionada pero con un toque de ternura.

Ella estaba desnuda en su cama, como acostumbraba dormir y Yue se le acercó para besar sus labios de nuevo, pero esta vez hizo más que eso. Quitó las sábanas de encima del cuerpo de la súcubo y miró su cuerpo, extasiado y deseoso, quería explorarlo, conocerlo más a fondo, fundirse en él. Evangeline lo esperaba, y lo deseaba también, por lo que comenzó a quitarle la camisa con manos inexpertas que trataban de ser veloces.

Yue sonrió con ternura al ver como sus manos temblaban levemente al desvestirlo. Amaba eso también, que ella no tuviera la experiencia suficiente para hacerlo con naturalidad. La ayudó a quitar su camisa y pantalón, quedando desnudo frente a ella, viendo como la demonio lo recorría con la mirada.

Se unieron en un nuevo beso mientras las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro, arrancándose gemidos de placer y suspiros de deseo.

Yue reprimió un te amo y la besó con pasión para que esas palabras no salieran de sus labios. Ella quería aprender todo por lo que Yue fue un buen maestro.

Era en las acciones de ambos y no es sus palabras donde se reflejaba el sentir de cada uno de ellos. El se juró no decir te amo otra vez hasta que ella reconociera lo que sentía por él y ella seguía negándose a sí misma que se estaba enamorando por segunda vez en su vida.

Siguieron pasando los días, los años. Su relación no tenía un nombre definido, más que el de ama y sirviente, y aunque se trataran como amantes la mayoría del tiempo seguían siendo el demonio Yue sirviendo a su ama Evangeline.

Era tan extraño que un demonio aceptara servir libremente a otro a cambio de prácticamente nada, de solo algo de sangre que lo mantenía en condiciones, ya que su sangre no era solo de demonio, sino también de arcángel, pero aun así no era lo mismo que alimentarse de un alma humana. Para hacer una comparación si Yue se alimentaba de sangre de cualquier demonio lo mantenía vivo, la sangre de Eva le aportaba algo de energía, pero un alma humana lo fortalecía.

 Un siglo después de conocerse, casi un siglo después de vivir juntos. Casi un siglo después que la relación entre Antare y Evangeline se había quebrado, el mesías del infierno se acercó de nuevo a la súcubo.

El jamás había dejado de estar pendiente de ella y sabía con seguridad el tipo de relación que tenia con Yue. También sabía lo del pacto, y aunque se decía que eso no era de su incumbencia, que era algo en lo que no debía involucrarse, un día decidió hacerlo.

¿Por qué? ¿Por celos? ¿Para terminar con una mentira? ¿Porque quería cuidar de Evangeline y darle la oportunidad de elegir si quería seguir con su demonio sabiendo que el pacto podía romperse? Fue esta última justificación la que escogió, no eran celos, se decía, solo quería darle la oportunidad de elegir.

Apareció Antare en el palacete de Evangeline y ambos demonios lo recibieron de manera fría. El no se esperaba otro tipo de recibimiento en realidad.

No se anduvo con rodeos, simplemente lo dijo. Le aclaró a Evangeline que el pacto que había hecho con Yue sí podía romperse, y que el demonio le había mentido. Evangeline miró a Yue y le pidió que aclarara la situación, se negaba a creer que hubiese estado engañada casi por un siglo.

Yue no la miró a los ojos, no dijo nada, entonces Evangeline supo que Antare decía la verdad. El demonio que la servía hacía casi un siglo le había mentido, la había manipulado y había conseguido con ella todo lo que quería en base a una mentira. Tampoco es que ella hubiera sido ingenua e inocente, tenía claro que todo lo sucedido había sido porque ella también quería, pero si el pacto se hubiese roto al estar ella en condiciones de vivir sola, jamás se habría dejado arrastrar a brazos de Yue.

Evangeline no le hizo reclamo alguno a Yue cundo él no negó las acusaciones de Antare, solo se limitó a darle un golpe en la mandíbula tan fuerte que no solo lo derribó, sino que también le hizo sangrar el labio. Luego desapareció del lugar para aparecer en el mundo humano.

Allí, a solas, bloqueó su presencia a Antare y Yue, estaba molesta, pero no tanto como para que sus poderes le jugaran una mala pasada.

Pero alguien la vigilaba de nuevo, alguien que siempre estaba pendiente de sus cambios, su padre, el arcángel Miguel.

- Es el momento adecuado – se dijo Miguel al verla en ese estado después de lo ocurrido.

El motivo por el cual se interesaba en ella de nuevo, después de tanto tiempo, era porque había llegado el momento de alejarla de todo y de todos, cuando estuviera sola esperaba poder controlarla para así utilizarla en sus propósitos. Su sangre estaba por alcanzar la madurez necesaria, y por lo tanto las propiedades requeridas para lo cual él la había engendrado: sellar a Luzbel.

Mientras Evangeline dormía ajena a todo, demasiado molesta para querer ver a Yue, Miguel se infiltraba en sus sueños utilizando suero de loto para no ser detectado y manipular de esa manera la conciencia de la súcubo.

En la mente de la demonio la imagen de Yue era vista ahora como un enemigo al cual se debía derrotar, destruir, aniquilar. El motivo por el cual Miguel hacia esto era para probar el poder de su hija y si podía manipularla de esta manera. El solo debía esperar.

Fue así que cuando Evangeline despertó de su extraño sueño no notó nada inusual en ella misma. Solo seguía molesta, harta de ser manipulada por otras personas, controlada, sin pensar en que era en ese momento cuando estaba siendo más controlada que nunca.

Aun así cuando venían los recuerdos que compartía con Yue su molestia disminuía, no podía seguir negándose que ese demonio que había jurado ser su sirviente por la eternidad le provocaba algo más que simple agrado o deseo.

Como no estaba en su personalidad dejar las cosas para después, quiso resolver el asunto de una sola vez y regresó a su palacete en el inframundo para aclarar todo, pedir explicaciones y si cabía la posibilidad, solucionarlo de alguna manera.

Buscó a Yue mentalmente y lo encontró en los jardines del palacete, pensativo. Se apareció junto a él, pero nada más verlo Evangeline perdió la conciencia sobre sus acciones, sus ojos se tornaron rojos y su poder se presentó de manera absoluta al no tener emociones que lo dominaran. Atacó a Yue, quien sorprendido fue incapaz de defenderse en un comienzo, pero luego reaccionó y trató de esquivar algunos golpes y mantener a la demonio controlada, pero ella era más veloz de lo que jamás se hubiera imaginado, y más fuerte también.

En minutos lo tuvo besando el suelo. Lo giró de un movimiento rápido, dejándolo de espaldas en el suelo. Yue apenas había tenido tiempo de decir que quería explicarle, cuando Evangeline sin decir nada, y con una expresión absolutamente neutra le atravesó el pecho con su mano, Yue abrió desmesuradamente los ojos, escupiendo sangre por la boca. La súcubo sacó la mano del pecho del demonio e hizo aparecer una daga forjada en la fuente capaz de acabar con la vida de cualquier demonio, incluso uno de la realeza. Alzó su mano para clavar la daga en el pecho de Yue, pero Antare apareció en el momento oportuno para detenerla y salvar la vida de Yue.

El mesías la alejó de él y la desarmó. Al mirar a Antare los ojos de Evangeline regresaron a ser violetas de nuevo, y segundos después ella caía desmayada en sus brazos.

Antare la recostó en el suelo y se acercó a Yue, curó sus heridas y lo ayudó a ponerse de pie. Yue miró a Evangeline, a quien Antare había depositado en el suelo.

- No creí que me odiara tanto – dijo él, desviando la mirada del cuerpo de su ama.

- Eso ocurre cuando basas una relación en mentiras – dijo Antare – Lo mejor es que te alejes de ella un tiempo hasta que se le pasen los deseos de querer asesinarte.

- ¿Pero ella está bien? ¿Por qué se desmayó?

- Probablemente porque utilizó demasiada energía al atacarte, pudo haberte matado fácilmente.

- Lo sé, y lo hubiese logrado si no llegas… Me odia a tal punto que quiere verme muerto – la voz de Yue se oía triste y melancólica.

Yue se marchó de allí, siguiendo el llamado de un alma humana que quería hacer un pacto. Pensó que era el momento adecuado… quizás cuando el concediera el deseo al humano y obtuviese un alma, Evangeline estaría lista para hablar civilizadamente. Fue así como se traslado al mundo humano e hizo un pacto por el alma de la segunda esposa de Arthur Di Rousseau.

Evangeline despertó al día siguiente ignorando lo que había hecho.

Vio a su lado a Antare, un tanto confusa por la presencia del mesías decidió pedirle que la dejara sola, este así lo hizo sin comentar nada respecto a lo sucedido con Yue, tampoco preguntó los motivos por los cuales lo había atacado de esa manera.

Pasaron los días y Yue no regresaba, por lo que la súcubo decidió averiguar dónde estaba. Descubrió que había hecho un nuevo pacto, y que tenía una nueva ama a quien servir, eso la molestó, pero también entendió que para Yue era necesario, ya que su alimento principal eran justamente las almas humanas. Lo dejó con su pacto, decidiendo esperar por él. Lo extrañaba. Aunque también había tomado la decisión de romper el contrato que tenía con ella, quería que las cosas fueran diferentes.

El tiempo siguió pasando y Yue no se comunicaba con ella, aunque ambos siempre sabían lo que ocurría con el otro, el sello que ambos compartían servía para algo más que para saber dónde estaba cada uno.

Una noche Yue escuchó la voz de su joven ama, quien le hablaba mentalmente. Esta le dijo:

- Cuando acabes con ese pacto, romperemos el nuestro y tendremos una conversación.

- ¿Me matarás? – preguntó Yue.

- No, solo romperemos el pacto y te comunicaré algo.

- ¿Qué es ese algo de lo que mi joven ama quiere hablarme?

Pero Evangeline no le respondió. Yue suspiró resignado. Sin saber que pensar o que decidir.

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