Capitulo 2: El quiebre
Eran Yue y Shai
quienes visitaban a Antare por petición de su padre para entregar el pago por
un favor que les había hecho el mesías.
Una vez que ambos
demonios estuvieron de regreso en su hogar comentaron lo sucedido ese día.
- ¿Qué te pareció
la súcubo que vive con Antare? – preguntó Shai – y yo que pensé que ese viejo
estreñido no se divertía… tu sabes, siempre tiene esa cara de absoluta
seriedad.
- Mmmm… yo… no creo
que sean amantes realmente – Yue sonrió – al menos eso espero.
La conversación
terminó allí, no hubo más comentarios por parte de Shai acerca de lo que habían
visto, pero Yue comenzó a frecuentar el hogar de Antare con la excusa de que no
había terminado su entrenamiento y que él tenía la necesidad de que el mesías
volviera a ser su maestro.
En ocasiones
entrenaba con Evangeline, pero la inestabilidad en los poderes de la demonio
hacían que en ocasiones ella solo observara.
- Creo que la
inestabilidad en tus poderes se debe a que no te has desarrollado por completo
– dijo un día Antare, mientras desayunaba.
- ¿Te parece que no
estoy suficientemente desarrollada? – pregunto Evangeline señalando sus pechos,
lo que provocó que Antare mirara hacia otro lado, levemente sonrojado.
- Me refiero a que
no se ha definido si eres un ángel o un demonio – dijo el lanzándole un libro
que ella esquivó riendo.
- Ángel no soy –
ella le dedicó una mirada seductora.
- ¡¡Error!! Deja de
jugar de esa manera ¿quieres? Tu… no entiendes – el pasó de estar molesto, a
algo triste.
- ¿Qué no entiendo?
– Evangeline apoyó sus codos en la mesa y su barbilla en sus manos y lo observó
con una expresión inocente, que esta vez no era fingida.
El suspiro y dijo:
- Si resulta que
predominan tus instintos de ángel tendrás que marcharte de aquí, o te cazarán…
- ¡Yo no me quiero
ir de aquí! – ella se había puesto de pie.
- Siéntate y déjame
terminar.
Ella obedeció.
- Si por el
contrario predominan tus instintos de súcubo… - Antare no sabía cómo decirle,
en realidad no tenía muy claro que hacer, ya que si le pedía que se fuera, ella
estaría expuesta a sus instintos sin nadie que la controlara, pero si se
quedaba seria él quien estaría expuesto a la tentación ¿Cuál era el mal menor? Suspiró,
y finalmente dijo – Deberás quedarte encerrada en casa durante una década, sin
ver a nadie, ni siquiera a mí.
Ella lo miró,
incrédula
- Es una broma
¿verdad?
- Si, lo es – dijo
él al darse cuenta de lo ilógico de su comentario – Si eres un demonio puedes
quedarte en el inframundo, pero considerando que eres una híbrida es mejor que
te mantengas alejada de ciertos seres.
- ¿Cuáles seres?
- Todos.
- Estas muy gracioso
hoy ¿verdad? – ella rió, mientras él suspiraba.
Esa tarde después
del entrenamiento Yue invitó a Evangeline a dar un paseo, Antare los observó
marcharse con un nudo en el estómago. Notaba la mirada de Yue cuando se posaba
sobre su protegida, y no le gustaba para nada.
Después de una
caminata y una charla, los demonios se detuvieron en un claro, en medio de un
bosque, se sentaron sobre un tronco y continuaron hablando.
- Eres divertido
Yue – Evangeline reía por un comentario del demonio.
- Soy todo lo que
usted desee mi bella dama – dijo el demonio con mirada seductora, tomando una
de las manos de ella y llevándosela a los labios.
Evangeline lo miro
confundida, a pesar de ser quien era, ese tipo de actitudes no le eran
conocidas. Tampoco sentía interés romántico alguno por el demonio frente a
ella, ya que a los ojos de la demonio solo existía Antare, vivía y respiraba
por él, en el fondo estaba enamorada, pero como jamás nadie le había explicado
en qué consistía el amor, no lo había aceptado internamente.
Yue lo había notado
y trataba de alejarla de él de alguna manera, tratando de invadir cada espacio
posible con su presencia.
- ¡Error, regresa!
– escuchó Evangeline la voz de Antare en su cabeza.
Ella se puso de pie
y tomando la mano de Yue se apareció junto a él en el hogar que compartía con
su tutor.
Antare los vio de
la mano y sintió una punzada en el estómago.
- Hemos regresado,
¿me extrañabas? – dijo ella colgándose del cuello del mesías, quien la apartó
de inmediato.
- Ya es tarde y no
es bueno que te entretengas por ahí, ya lo habíamos conversado – dijo Antare
ignorando la mirada burlona que le dedicaba Yue.
- Sensei, no debe
preocuparse, Evangeline está a salvo conmigo.
- Me imagino lo “a
salvo” que está contigo – comentó Antare – además está ya no es hora de
visitas.
- Antare, no seas
así, Yue es el único amigo que tengo – ella hizo un puchero.
- No se preocupe mi
bella dama, sensei tiene razón, ya es tarde, nos veremos mañana – Yue sonrió
con aquella sonrisa y mirada que hacia desvanecerse a muchas mujeres, humanas y
demonios por igual, pero que en Evangeline solo provocaban gracia. Quizás era
por eso que le interesaba tanto la demonio.
La situación se dio
de esta manera por mucho tiempo, hasta que los cambios en Evangeline, y la
evidente inclinación hacia su lado demoniaco era cada vez más notoria.
Antare comenzó a
soñar con ella, y los sueños eran cada vez más vividos y más sensuales. La
tercera noche de estos sueños se levantó de la cama al despertar y fue a la
habitación de la súcubo, ella dormía plácidamente, por lo que no podía estar
invadiendo sus sueños.
La situación
comenzó a hacerse insostenible para él, al no tener claro si los sueños eran
provocados por ella o por su propio inconsciente.
- Error ¿has estado
practicando el entrar en los sueños de los demás? – le dijo una mañana a la
hora del desayuno.
Ella lo miró
sorprendida.
- ¿Puedo hacer eso?
– preguntó emocionada.
- Eh… ¿no lo
sabías?
- Nunca me dijiste
que era una habilidad de mi raza – los ojos de ella brillaban por la emoción, y
el regocijo anticipado de imaginarse todo lo que podría hacer con esa
habilidad.
- Pues no te
enseñaré a hacerlo – Antare se oyó molesto. Si ella ni siquiera sabía que tenía
esa habilidad era muy difícil que la estuviera usando, por lo tanto los sueños
que tenia con ella solo nacían en su mente.
Una noche, después
de un arduo entrenamiento con Yue, Evangeline fue a darse un baño mientras el
demonio se despedía de su sensei. Al salir ella del cuarto de baño se encontró
con Antare dormido en el sofá. Se acercó a él, le acarició el rostro e hizo
aquello que tenía deseos desde hace mucho, besó los labios de Antare. Este
abrió los ojos y la miró sonriendo.
- ¿Qué haces Error?
Evangeline no se lo
esperaba, creía que él se molestaría, la golpearía o la regañaría.
- Hace mucho que
quería probar tus labios – al no obtener rechazo ella se sentía atrevida y
valiente por lo que lo besó de nuevo, esta vez él correspondió el beso, lo que para
ella se sentía maravilloso.
Poco a poco el beso
fue aumentando en intensidad, ambos estaban agitados y deseosos. Antare la tomó
en brazos y la llevó a su habitación. Evangeline lo miró sorprendida cuando él
la depositó sobre la cama, entonces él se dio cuenta, esto no era un sueño, era
real, la que estaba allí era su verdadera Evangeline, su querido Error, trató
de apartarse de ella, pero la súcubo lo detuvo con un nuevo beso, sin notar el
cambio en la actitud del mesías.
Era un poco tarde
para él, estaba dominado por el deseo y esa noche no pudo detenerse. Entre
gemidos, Evangeline le susurró palabras de amor, y él había olvidado todo
prejuicio, toda reserva, debía reconocerlo, también la amaba a pesar de que
siempre se lo había negado.
A la mañana
siguiente el despertó y la encontró durmiendo desnuda junto a él, los recuerdos
de la pasada noche, las palabras de la demonio, todo, llegaron a su mente,
incluyendo las dudas y la culpa.
Se levantó de la
cama envolviéndose en una toalla, despertando a Evangeline, quien lo miro
sonriendo.
- Buenos días – se
acercó a él tratando de besarlo, pero él la rechazó. - ¿Qué ocurre?
- ¡Sal de aquí,
vete a tu cuarto!
- ¿Por qué? ¿Qué
pasa? – ella se levantó de la cama, confundida.
- ¡¡Y cúbrete!! –
casi gritó Antare.
- Antare…
- ¡¡Maldita sea,
Error, me sedujiste, te metiste a mi cama, después de todo lo que he hecho por
ti!!
Los ojos de
Evangeline se abrían cada vez más por la sorpresa ¿acaso estaba soñando?
- Yo… yo solo te
expresé lo que siento, que es amor – ella hablaba casi en un susurro, estaba
algo asustada por la actitud de Antare.
- ¿Amor? ¿Cuál
amor? Solo fue deseo, lujuria, como todo demonio súcubo, son incapaces de
sentir amor, solo se dejan arrastrar por sus instintos, y me arrastraste a eso
también ¿Qué no te bastaba con Yue?
- ¿Yue? ¿Qué tiene
que ver Yue? – ella cada vez entendía menos.
- ¡¡Ya vete!!
- Pero Antare, no
entiendo ¿acaso no sientes lo mismo que yo?
- Claro que no
siento lo mismo que tu, yo no me dejo arrastrar por tan bajas pasiones.
Los ojos de
Evangeline se estaban nublando por un par de lágrimas que ella trataba de
contener. Se acercó a él tratando de abrazarlo.
- No me rechaces.
- ¡¡¡LARGATE DE MI
CASA!!! – gritó él, empujándola, en un arranque de furia.
Ella trastabilló a
punto de caer. Recobró el equilibrio y vio la furia y el odio en los ojos de
Antare. No dijo nada, si hablaba rompería a llorar y no quería que la viera
llorar. Se alejó hacia la puerta, hizo aparecer ropas sobre ella y salió de
allí. Desplegó sus alas y voló durante horas sin detenerse, sin saber
claramente a donde iba, las lágrimas no la dejaban ver con claridad.
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