sábado, 20 de abril de 2013

La Historia de Yue y Evangeline: Capitulo 2


Capitulo 2: El quiebre

Eran Yue y Shai quienes visitaban a Antare por petición de su padre para entregar el pago por un favor que les había hecho el mesías.

Una vez que ambos demonios estuvieron de regreso en su hogar comentaron lo sucedido ese día.

- ¿Qué te pareció la súcubo que vive con Antare? – preguntó Shai – y yo que pensé que ese viejo estreñido no se divertía… tu sabes, siempre tiene esa cara de absoluta seriedad.

- Mmmm… yo… no creo que sean amantes realmente – Yue sonrió – al menos eso espero.

La conversación terminó allí, no hubo más comentarios por parte de Shai acerca de lo que habían visto, pero Yue comenzó a frecuentar el hogar de Antare con la excusa de que no había terminado su entrenamiento y que él tenía la necesidad de que el mesías volviera a ser su maestro.

En ocasiones entrenaba con Evangeline, pero la inestabilidad en los poderes de la demonio hacían que en ocasiones ella solo observara.

- Creo que la inestabilidad en tus poderes se debe a que no te has desarrollado por completo – dijo un día Antare, mientras desayunaba.

- ¿Te parece que no estoy suficientemente desarrollada? – pregunto Evangeline señalando sus pechos, lo que provocó que Antare mirara hacia otro lado, levemente sonrojado.

- Me refiero a que no se ha definido si eres un ángel o un demonio – dijo el lanzándole un libro que ella esquivó riendo.

- Ángel no soy – ella le dedicó una mirada seductora.

- ¡¡Error!! Deja de jugar de esa manera ¿quieres? Tu… no entiendes – el pasó de estar molesto, a algo triste.

- ¿Qué no entiendo? – Evangeline apoyó sus codos en la mesa y su barbilla en sus manos y lo observó con una expresión inocente, que esta vez no era fingida.

El suspiro y dijo:

- Si resulta que predominan tus instintos de ángel tendrás que marcharte de aquí, o te cazarán…

- ¡Yo no me quiero ir de aquí! – ella se había puesto de pie.

- Siéntate y déjame terminar.

Ella obedeció.

- Si por el contrario predominan tus instintos de súcubo… - Antare no sabía cómo decirle, en realidad no tenía muy claro que hacer, ya que si le pedía que se fuera, ella estaría expuesta a sus instintos sin nadie que la controlara, pero si se quedaba seria él quien estaría expuesto a la tentación ¿Cuál era el mal menor? Suspiró, y finalmente dijo – Deberás quedarte encerrada en casa durante una década, sin ver a nadie, ni siquiera a mí.

Ella lo miró, incrédula

- Es una broma ¿verdad?

- Si, lo es – dijo él al darse cuenta de lo ilógico de su comentario – Si eres un demonio puedes quedarte en el inframundo, pero considerando que eres una híbrida es mejor que te mantengas alejada de ciertos seres.

- ¿Cuáles seres?

- Todos.

- Estas muy gracioso hoy ¿verdad? – ella rió, mientras él suspiraba.

Esa tarde después del entrenamiento Yue invitó a Evangeline a dar un paseo, Antare los observó marcharse con un nudo en el estómago. Notaba la mirada de Yue cuando se posaba sobre su protegida, y no le gustaba para nada.

Después de una caminata y una charla, los demonios se detuvieron en un claro, en medio de un bosque, se sentaron sobre un tronco y continuaron hablando.

- Eres divertido Yue – Evangeline reía por un comentario del demonio.

- Soy todo lo que usted desee mi bella dama – dijo el demonio con mirada seductora, tomando una de las manos de ella y llevándosela a los labios.

Evangeline lo miro confundida, a pesar de ser quien era, ese tipo de actitudes no le eran conocidas. Tampoco sentía interés romántico alguno por el demonio frente a ella, ya que a los ojos de la demonio solo existía Antare, vivía y respiraba por él, en el fondo estaba enamorada, pero como jamás nadie le había explicado en qué consistía el amor, no lo había aceptado internamente.

Yue lo había notado y trataba de alejarla de él de alguna manera, tratando de invadir cada espacio posible con su presencia.

- ¡Error, regresa! – escuchó Evangeline la voz de Antare en su cabeza.

Ella se puso de pie y tomando la mano de Yue se apareció junto a él en el hogar que compartía con su tutor.

Antare los vio de la mano y sintió una punzada en el estómago.

- Hemos regresado, ¿me extrañabas? – dijo ella colgándose del cuello del mesías, quien la apartó de inmediato.

- Ya es tarde y no es bueno que te entretengas por ahí, ya lo habíamos conversado – dijo Antare ignorando la mirada burlona que le dedicaba Yue.

- Sensei, no debe preocuparse, Evangeline está a salvo conmigo.

- Me imagino lo “a salvo” que está contigo – comentó Antare – además está ya no es hora de visitas.

- Antare, no seas así, Yue es el único amigo que tengo – ella hizo un puchero.

- No se preocupe mi bella dama, sensei tiene razón, ya es tarde, nos veremos mañana – Yue sonrió con aquella sonrisa y mirada que hacia desvanecerse a muchas mujeres, humanas y demonios por igual, pero que en Evangeline solo provocaban gracia. Quizás era por eso que le interesaba tanto la demonio.

La situación se dio de esta manera por mucho tiempo, hasta que los cambios en Evangeline, y la evidente inclinación hacia su lado demoniaco era cada vez más notoria.

Antare comenzó a soñar con ella, y los sueños eran cada vez más vividos y más sensuales. La tercera noche de estos sueños se levantó de la cama al despertar y fue a la habitación de la súcubo, ella dormía plácidamente, por lo que no podía estar invadiendo sus sueños.

La situación comenzó a hacerse insostenible para él, al no tener claro si los sueños eran provocados por ella o por su propio inconsciente.

- Error ¿has estado practicando el entrar en los sueños de los demás? – le dijo una mañana a la hora del desayuno.

Ella lo miró sorprendida.

- ¿Puedo hacer eso? – preguntó emocionada.

- Eh… ¿no lo sabías?

- Nunca me dijiste que era una habilidad de mi raza – los ojos de ella brillaban por la emoción, y el regocijo anticipado de imaginarse todo lo que podría hacer con esa habilidad.

- Pues no te enseñaré a hacerlo – Antare se oyó molesto. Si ella ni siquiera sabía que tenía esa habilidad era muy difícil que la estuviera usando, por lo tanto los sueños que tenia con ella solo nacían en su mente.

Una noche, después de un arduo entrenamiento con Yue, Evangeline fue a darse un baño mientras el demonio se despedía de su sensei. Al salir ella del cuarto de baño se encontró con Antare dormido en el sofá. Se acercó a él, le acarició el rostro e hizo aquello que tenía deseos desde hace mucho, besó los labios de Antare. Este abrió los ojos y la miró sonriendo.

- ¿Qué haces Error?

Evangeline no se lo esperaba, creía que él se molestaría, la golpearía o la regañaría.

- Hace mucho que quería probar tus labios – al no obtener rechazo ella se sentía atrevida y valiente por lo que lo besó de nuevo, esta vez él correspondió el beso, lo que para ella se sentía maravilloso.

Poco a poco el beso fue aumentando en intensidad, ambos estaban agitados y deseosos. Antare la tomó en brazos y la llevó a su habitación. Evangeline lo miró sorprendida cuando él la depositó sobre la cama, entonces él se dio cuenta, esto no era un sueño, era real, la que estaba allí era su verdadera Evangeline, su querido Error, trató de apartarse de ella, pero la súcubo lo detuvo con un nuevo beso, sin notar el cambio en la actitud del mesías.

Era un poco tarde para él, estaba dominado por el deseo y esa noche no pudo detenerse. Entre gemidos, Evangeline le susurró palabras de amor, y él había olvidado todo prejuicio, toda reserva, debía reconocerlo, también la amaba a pesar de que siempre se lo había negado.

A la mañana siguiente el despertó y la encontró durmiendo desnuda junto a él, los recuerdos de la pasada noche, las palabras de la demonio, todo, llegaron a su mente, incluyendo las dudas y la culpa.

Se levantó de la cama envolviéndose en una toalla, despertando a Evangeline, quien lo miro sonriendo.

- Buenos días – se acercó a él tratando de besarlo, pero él la rechazó. - ¿Qué ocurre?

- ¡Sal de aquí, vete a tu cuarto!

- ¿Por qué? ¿Qué pasa? – ella se levantó de la cama, confundida.

- ¡¡Y cúbrete!! – casi gritó Antare.

- Antare…

- ¡¡Maldita sea, Error, me sedujiste, te metiste a mi cama, después de todo lo que he hecho por ti!!

Los ojos de Evangeline se abrían cada vez más por la sorpresa ¿acaso estaba soñando?

- Yo… yo solo te expresé lo que siento, que es amor – ella hablaba casi en un susurro, estaba algo asustada por la actitud de Antare.

- ¿Amor? ¿Cuál amor? Solo fue deseo, lujuria, como todo demonio súcubo, son incapaces de sentir amor, solo se dejan arrastrar por sus instintos, y me arrastraste a eso también ¿Qué no te bastaba con Yue?

- ¿Yue? ¿Qué tiene que ver Yue? – ella cada vez entendía menos.

- ¡¡Ya vete!!

- Pero Antare, no entiendo ¿acaso no sientes lo mismo que yo?

- Claro que no siento lo mismo que tu, yo no me dejo arrastrar por tan bajas pasiones.

Los ojos de Evangeline se estaban nublando por un par de lágrimas que ella trataba de contener. Se acercó a él tratando de abrazarlo.

- No me rechaces.

- ¡¡¡LARGATE DE MI CASA!!! – gritó él, empujándola, en un arranque de furia.

Ella trastabilló a punto de caer. Recobró el equilibrio y vio la furia y el odio en los ojos de Antare. No dijo nada, si hablaba rompería a llorar y no quería que la viera llorar. Se alejó hacia la puerta, hizo aparecer ropas sobre ella y salió de allí. Desplegó sus alas y voló durante horas sin detenerse, sin saber claramente a donde iba, las lágrimas no la dejaban ver con claridad.

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