Capitulo 6: ¿Querías un pacto eterno?
Al ser soltada
Evangeline en un principio quiso matar a Yue y así deshacerse de él. Concentró
energía en una de sus manos, pero luego desistió y solo le dio una cachetada
que le dio vuelta la cara para después solo desaparecer, sin decir nada.
Yue se tocó el
rostro en el lugar donde lo habían golpeado.
- Bueno, al menos
no trato de matarme, es un punto a mi favor – comentó el demonio sonriendo con
ironía.
- ¡¿En qué mente
enferma eso es un punto a tu favor!? – preguntó la súcubo mentalmente.
Yue al oírla se
sobresaltó.
- ¡Me oyes! – dijo
tratando de ubicarla. Descubrió que ella estaba de nuevo en el mundo humano,
pero no le contestó de nuevo.
Pasaron algunos
días en los que ella no regresó a la casa de Yue, pero él siempre sabía donde
estaba. Eso era lo que más le molestaba a Evangeline, el que no importara donde
estuviera él siempre la encontraría.
Esos días que
estuvo ausente, se la pasó tirada en el césped en un campo de flores en
Francia. Era primavera. Pensaba que hacer, hasta que su mente algo perversa e
infantil fraguó un plan. Reconocía que el plan era tonto, lo sabía, pero sus
opciones eran limitadas.
- Bien Yue, ¿querías
un ama a la cual proteger? – se dijo a sí misma - ¿Querías un pacto eterno? Vas
a desear nunca haber hecho este pacto.
Se levantó de allí
e inició lo que algunos catalogarían de una conducta autodestructiva.
La demonio era
adicta a la adrenalina, pero jamás se metía en problemas de los cuales no era
capaz de salir sola, era impulsiva pero conocía sus límites y aunque en
ocasiones los ponía a prueba no se excedía, hasta ahora, cuando había decidido
molestar a Yue.
Día tras día se
metía en problemas de los cuales sabía, no podía salir sola. Provocaba demonios
más fuertes que ella, aun sabiéndolo entraba a trampas y caza bobos puestas por
otras criaturas. Se ponía en peligro siempre y Yue la salvaba siempre.
Este tipo de hechos
ocurrían en los momentos más inesperados. Mientras Yue dormía, se daba un baño,
o en los momentos en que estaba más ocupado. No tenía descanso, debía estar
atento siempre.
Dos meses después
que esto comenzó Evangeline había provocado a un ser mitológico. Era una
criatura gigantesca que en su cola tenía una lanza que podía dirigir a voluntad,
y era esta arma la que pretendía utilizar en contra de la súcubo. Evangeline
esperó el ataque sentada en el suelo con las piernas cruzadas en posición de
loto. La criatura había apuntado directo a su cabeza, en esa posición la
atravesaría por completo y ella no podría regenerarse ni curarse a sí misma.
Yue estaba cansado,
su ama lo mantenía ocupado, en constante actividad y siempre alerta. No se
había alimentado por lo que el dormir ya no era un placer, sino una necesidad.
Por lo que se dio cuenta un poco tarde del peligro en el que se encontraba su
joven ama. Llegó junto a ella cuando estaban a punto de atravesarla con una
lanza y ella ¡no hacía nada! Desde la posición en la que se encontraba solo
pudo enviarle una bola de energía a la criatura que desvió el ataque los
centímetros suficientes para ponerla a salvo y que saliera con apenas una
cortada en la pierna derecha. Si hubiese llegado unos segundos más tarde ella
habría muerto.
Yue derrotó a la
criatura y se acercó a su ama, al ver su herida superficial suspiró aliviado.
- Eso estuvo cerca
– dijo ella aún sorprendida.
Al oírla la miró
con furia. La tomó de la muñeca y la levantó con fuerza, transportándose de
inmediato a su casa, a una de las habitaciones. Se arrodilló frente a ella y
rompió la pierna derecha del pantalón, en la parte interna del muslo y pasó su
lengua por la herida, cerrándola.
- ¡¿Pero en que
pensabas!? – preguntó el poniéndose de pie y llevando a Evangeline arrastrando
hacia la cama - ¡¡Esa actitud infantil no te llevará a ninguna parte!! ¡¡Si
quieres comportarte como una niña malcriada, te trataré como una!! ¡¡Te
castigaré!!
- Qué… - trató de
decir ella, pero el demonio ya se había sentado en la cama y la atraía hacia
él, poniéndola boca abajo sobre sus rodillas.
Le dio el primer
golpe en el trasero y la súcubo intentó golpearlo con una de sus manos. Yue
tomó ambos brazos de Evangeline y las sujetó en la espalda de ésta,
inmovilizándola.
- No creí que
fueras tan infantil – dijo Yue mientras daba un segundo golpe y oía las
protestas de su joven ama, acompañadas de uno que otro insulto – Yo me preocupo
por ti, no quiero que algo te suceda y sin embargo, no te importa, solo quieres
causarme problemas poniendo en riesgo tu propia seguridad – le dio tres
nalgadas más y la soltó.
Evangeline ya de
pie, lo miraba con furia, era más la humillación sufrida que el dolor.
- ¡¡Como te
atreves!! – casi gritó ella.
- ¡¡Y tu cómo te
atreves a arriesgarte de esa manera!! ¡Si quieres hacerme trabajar dame
órdenes, haré lo que me pidas, pero no te arriesgues! ¡Eres egoísta e inmadura
al actuar así! ¡No se que pude haber visto en ti!
Yue supo que había
hablado de más cuando vio la reacción de su ama. El rostro de ella no mostraba
furia ya, sino sorpresa. Cerró los puños con fuerza y sus ojos se pusieron
levemente vidriosos, como si contuviera las lágrimas.
La demonio sabía
que Yue gustaba de ella, y a pesar que no le correspondía esas palabras le
habían dolido, le hicieron recordar unas similares de rechazo pronunciadas por
alguien más.
- Entonces ya
déjame en paz – dijo ella con una voz como si mordiera la rabia mientras hablaba – Eres un demonio que finge
amabilidad y supongo que ya te cansaste de eso ¿no?... No sabes lo que viste en
mi porque nunca hubo nada allí – ella se acercó a él - ¡Vuelves a ponerme una
mano encima y te la cortaré de tal manera que jamás crecerá de nuevo! No dejaré
que vuelvan a ponerme la mano encima o a insultarme jamás. – sus ojos se tornaron
rojos al decir esto, y su mano empuñada se dirigió directo a la mandíbula de
Yue propinándole un golpe que lo derribó.
Luego Evangeline
desapareció.
Yue se sentó en el
suelo y se tocó la mandíbula, sonrió de medio lado.
- Tiene un buen
gancho, al menos se que el entrenamiento dio resultados – se dijo a sí mismo –
No debí haber dicho esas últimas palabras, se lo que vi en ti, aun lo veo… y aún
lo quiero.
Pasaron algunos
meses más. Evangeline no le hablaba a Yue por ninguna razón y este suspiraba
resignado cuando hacia alguna pregunta, saludaba o comentaba algo y no obtenía
respuesta. Además su actitud autodestructiva no había parado, al contrario,
parecía ser peor que antes y el continuaba trabajando casi sin descanso, o en
los momentos en que estaba más ocupado encargándose de otros asuntos.
Nuevamente otra
criatura peligrosa, nuevamente otra provocación de parte de la demonio,
nuevamente no se defendía al ser atacada, y Yue nuevamente aparecía en el
momento justo. Vio el ataque hacia su ama, ella no se movió ni un centímetro
del lugar porque había sentido la presencia del demonio llegando. Otra vez una
lanza dirigiéndose a ella, esta vez arrojada por la criatura, pero en esta
ocasión Yue no tuvo tiempo de desviarla, o detenerla, solo para interponerse
entre ella y su ama. La lanza le atravesó la espalda y salió por su abdomen,
todo esto frente a los ojos de Evangeline, el demonio cayó de rodillas,
escupiendo sangre.
- Yu…e – dijo
Evangeline alarmada.
Yue la miró, sonrió
y dijo:
- Veo que al fin…
me habla… joven ama – y terminó de caer al suelo.
La criatura los
atacó de nuevo pero la súcubo se defendió magistralmente y lo mató en segundos.
Luego corrió donde Yue y le arrancó la lanza, le dio la vuelta y lo sostuvo en
sus brazos.
- ¡¿Por qué hiciste
algo tan estúpido?! – dijo ella.
- Es gra…cioso que…
usted hable… de hacer… cosas estú…pidas, joven… ama – Yue sonrió mientras
hablaba con algo de dificultad.
Ella no contestó,
él tenía razón, era ella quien hacía cosas estúpidas.
- Debiste dejar que
me atravesara.
- Jamás, usted es
mi joven ama y mi deber es protegerla aun a riesgo de mi propia vida.
- ¿Por qué sigues
perdiendo sangre? – dijo ella desesperada, tomó la lanza, la revisó – Fue
forjada en la fuente, si te hubiese atravesado el corazón estarías muerto.
- Si no me…
hubiera,,, atravesado usted… estaría muerta, iba… dirigida directo… a su
corazón – Yue tosió y de nuevo escupió sangre, para después perder la
conciencia.
La súcubo
desapareció de allí con su demonio para aparecer en casa de este. Curó su herida
mientras repetía una y otra vez: “Es mi culpa, no te mueras”. Un par de
lágrimas acompañaban estas palabras de vez en cuando.
Ella estuvo tres
días utilizando su energía para curar a Yue hasta que finalmente consiguió que
la herida cerrara. Evangeline se durmió exhausta junto a Yue al inicio del
cuarto día. Horas después que ella se durmió Yue despertó sintiéndose mucho
mejor, lo primero que vio al abrir sus ojos fue el rostro de su joven ama
dormida a su lado.
Acarició su rostro,
sonriendo. Iba a abrazarla, pero ella abrió los ojos.
Evangeline lo vio
despierto y sonrió de manera sincera. Hacía meses que Yue no veía esa sonrisa
que tanto le gustaba en el rostro de su ama. Había sido su segundo regalo del
día para la vista.
Ella reprimió un
bostezo y se estiró como gato, sonriendo.
- ¿Te sientes
mejor? – pregunté ella, sentándose en la cama.
- Veo que aún me
habla joven ama – dijo Yue – Y sí, me siento mejor, gracias a sus cuidados.
- Me alegra que
estés mejor – la súcubo acercó sus labios a los de Yue, éste tuvo la esperanza
que lo besaría, y por estúpido que a él le pareciera, su corazón se aceleró –
Yo aún necesito descansar – ella hablaba a escasos centímetros de sus labios.
Luego le dio un beso en la mejilla y se acostó a su lado abrazándolo para continuar
durmiendo.
El demonio suspiró
decepcionado, pero sonrió y la abrazó, durmiéndose junto a ella también.
La relación entre
ambos cambió notablemente después de este hecho. En primer lugar Evangeline ya
estaba estable y no necesitaba protección realmente. Ella dejó de buscar peleas
para darle trabajo a Yue y se enfocó en su entrenamiento, estudio y en lo que
realmente le gustaba hacer en esa época, el rastrear y encontrar objetos y
libros antiguos, perdidos en el tiempo.
Yue la ayudaba a
levantarse, bañarse, y vestirse, le servía de alimento y la consentía cuando
ella se dejaba. En ocasiones ella se burlaba de la forma en la que la trataba,
pero Yue solo sonreía y continuaba a su lado, pendiente siempre de ella.
- Voy a divertirme,
no me sigas, es una orden – decía la súcubo en ocasiones cuando ella iba a
buscar algún objeto oculto en lugares especialmente peligrosos. Yue no la
seguía, pero estaba atento a todo lo que hacía y se desesperaba cuando creía
que estaba en peligro, pero luego suspiraba aliviado al notar que se las
arreglaba bien sola.
Una tarde ella se
apareció en el palacio de Yue, en uno de los pasillos.
- Yue, Yue, Yue,
Yue – dijo ella corriendo hacia él y lanzándose a sus brazos, lo abrazó y le
dio un beso en los labios que duró apenas un segundo, pero que el demonio no se
esperaba – Ven acompáñame, quiero mostrarte algo.
Un segundo después
Evangeline los había hecho aparecer frente a un pequeño palacete de mármol
veteado.
- Mi casa ¿te
gusta? – preguntó ella.
De la felicidad
inicial del primer beso espontáneo que ella le daba, Yue pasó a la desilusión,
o algo similar a tristeza que no supo definir, pero no era nada agradable.
- ¿Tu casa? – dijo
él con un tono de tristeza en la voz que ella no notó.
- Si, mi casa, mira
¿Cómo quedó? – la demonio lo llevaba de la mano entrando y saliendo de las
habitaciones - ¿Verdad que me quedó linda?
- Si, muy linda –
respondió él con el mismo tono - ¿eso significa que ya no vivirás conmigo?
- Ese era el plan
inicial ¿no? Aunque me tardé más tiempo del que tenía planeado – ella miraba
todo sonriendo – quería que fuera perfecta, ni tan grande, ni tan pequeña. El
espacio suficiente para mi colección de libros y objetos antiguos, que tu nunca
sabes cuándo vas a necesitar, y una sala de música con mis instrumentos favoritos
– ella suspiró y lo miró.
El rostro de Yue le
indicó que no estaba feliz.
- Yue, aunque
nuestro pacto sea eterno, no pensaste realmente que viviríamos eternamente
juntos ¿o sí?
- Entiendo joven
ama- dijo Yue con su falsa sonrisa dibujada en el rostro.
Ella suspiró
- No será tan malo.
- No, no lo será –
el continuaba sonriendo falsamente.
Los días comenzaron
a pasar, las semanas, los meses. Yue iba y venía de la mansión cuando
Evangeline lo necesitaba. A veces simplemente la oía cantar y tocar el piano, o
la veía desplegar sus alas y danzar en el cielo al ritmo de una música que
tarareaba. Amaba verla sonreír, verla feliz. Y después de casi tres años de
haberse ido de casa de Antare ella no parecía tener preocupación alguna. Jamás
hablaba de él o lo había ido a visitar en ese tiempo.
Una noche que
Evangeline estaba a solas en su mansión, descifrando un manuscrito
especialmente complicado, y cuando al fin consiguió leerlo sonrió con
satisfacción, miró a su lado esperando ver a Yue, pero estaba sola.
Tenía que reconocer
una cosa… aunque lo veía casi todos los días, lo extrañaba, por lo que tomó una
decisión. Se apareció en la habitación de Yue, este dormía, pero al sentir una
presencia abrió los ojos y se sentó en la cama algo preocupado ya que no era habitual
que ella apareciera de esa manera.
- ¿Ocurre algo
joven ama?
La demonio se sentó
en la cama junto a Yue y lo abrazó.
- ¿Te gustaría
vivir conmigo? – le susurró al oído. Luego mirándolo a la cara agregó – Me di
cuenta que la casa es muy grande para mi sola.
Yue sonrió y besó
los labios de su ama en una forma en que jamás lo había hecho, ya que por lo
general lo hacía cuando ella estaba dormida. Ella no hizo ningún gesto de
rechazo, y al separarse del beso, el demonio dijo:
- Me encantaría
vivir con mi joven ama… porque yo la amo….
Evangeline se dio
cuenta que él lo había mal interpretado y no quiso sonar dura con lo que le
decía, pero lo mejor era dejarle las cosas claras.
- Yue no te
confundas, te extraño es verdad, pero te has convertido en un buen amigo, lo
eras antes también… Además… no es amor lo que sientes por mí, el amor no existe
para los demonios, deberías saberlo – ella había repetido
las mismas palabras que le habían dicho alguna vez.
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