sábado, 20 de abril de 2013

La historia de Yue y Evangeline: Capitulo 6


Capitulo 6: ¿Querías un pacto eterno?

Al ser soltada Evangeline en un principio quiso matar a Yue y así deshacerse de él. Concentró energía en una de sus manos, pero luego desistió y solo le dio una cachetada que le dio vuelta la cara para después solo desaparecer, sin decir nada.

Yue se tocó el rostro en el lugar donde lo habían golpeado.

- Bueno, al menos no trato de matarme, es un punto a mi favor – comentó el demonio sonriendo con ironía.

- ¡¿En qué mente enferma eso es un punto a tu favor!? – preguntó la súcubo mentalmente.
Yue al oírla se sobresaltó.

- ¡Me oyes! – dijo tratando de ubicarla. Descubrió que ella estaba de nuevo en el mundo humano, pero no le contestó de nuevo.

Pasaron algunos días en los que ella no regresó a la casa de Yue, pero él siempre sabía donde estaba. Eso era lo que más le molestaba a Evangeline, el que no importara donde estuviera él siempre la encontraría.

Esos días que estuvo ausente, se la pasó tirada en el césped en un campo de flores en Francia. Era primavera. Pensaba que hacer, hasta que su mente algo perversa e infantil fraguó un plan. Reconocía que el plan era tonto, lo sabía, pero sus opciones eran limitadas.

- Bien Yue, ¿querías un ama a la cual proteger? – se dijo a sí misma - ¿Querías un pacto eterno? Vas a desear nunca haber hecho este pacto.

Se levantó de allí e inició lo que algunos catalogarían de una conducta autodestructiva.

La demonio era adicta a la adrenalina, pero jamás se metía en problemas de los cuales no era capaz de salir sola, era impulsiva pero conocía sus límites y aunque en ocasiones los ponía a prueba no se excedía, hasta ahora, cuando había decidido molestar a Yue.

Día tras día se metía en problemas de los cuales sabía, no podía salir sola. Provocaba demonios más fuertes que ella, aun sabiéndolo entraba a trampas y caza bobos puestas por otras criaturas. Se ponía en peligro siempre y Yue la salvaba siempre.

Este tipo de hechos ocurrían en los momentos más inesperados. Mientras Yue dormía, se daba un baño, o en los momentos en que estaba más ocupado. No tenía descanso, debía estar atento siempre.

Dos meses después que esto comenzó Evangeline había provocado a un ser mitológico. Era una criatura gigantesca que en su cola tenía una lanza que podía dirigir a voluntad, y era esta arma la que pretendía utilizar en contra de la súcubo. Evangeline esperó el ataque sentada en el suelo con las piernas cruzadas en posición de loto. La criatura había apuntado directo a su cabeza, en esa posición la atravesaría por completo y ella no podría regenerarse ni curarse a sí misma.

Yue estaba cansado, su ama lo mantenía ocupado, en constante actividad y siempre alerta. No se había alimentado por lo que el dormir ya no era un placer, sino una necesidad. Por lo que se dio cuenta un poco tarde del peligro en el que se encontraba su joven ama. Llegó junto a ella cuando estaban a punto de atravesarla con una lanza y ella ¡no hacía nada! Desde la posición en la que se encontraba solo pudo enviarle una bola de energía a la criatura que desvió el ataque los centímetros suficientes para ponerla a salvo y que saliera con apenas una cortada en la pierna derecha. Si hubiese llegado unos segundos más tarde ella habría muerto.

Yue derrotó a la criatura y se acercó a su ama, al ver su herida superficial suspiró aliviado.

- Eso estuvo cerca – dijo ella aún sorprendida.

Al oírla la miró con furia. La tomó de la muñeca y la levantó con fuerza, transportándose de inmediato a su casa, a una de las habitaciones. Se arrodilló frente a ella y rompió la pierna derecha del pantalón, en la parte interna del muslo y pasó su lengua por la herida, cerrándola.

- ¡¿Pero en que pensabas!? – preguntó el poniéndose de pie y llevando a Evangeline arrastrando hacia la cama - ¡¡Esa actitud infantil no te llevará a ninguna parte!! ¡¡Si quieres comportarte como una niña malcriada, te trataré como una!! ¡¡Te castigaré!!

- Qué… - trató de decir ella, pero el demonio ya se había sentado en la cama y la atraía hacia él, poniéndola boca abajo sobre sus rodillas.

Le dio el primer golpe en el trasero y la súcubo intentó golpearlo con una de sus manos. Yue tomó ambos brazos de Evangeline y las sujetó en la espalda de ésta, inmovilizándola.

- No creí que fueras tan infantil – dijo Yue mientras daba un segundo golpe y oía las protestas de su joven ama, acompañadas de uno que otro insulto – Yo me preocupo por ti, no quiero que algo te suceda y sin embargo, no te importa, solo quieres causarme problemas poniendo en riesgo tu propia seguridad – le dio tres nalgadas más y la soltó.

Evangeline ya de pie, lo miraba con furia, era más la humillación sufrida que el dolor.

- ¡¡Como te atreves!! – casi gritó ella.

- ¡¡Y tu cómo te atreves a arriesgarte de esa manera!! ¡Si quieres hacerme trabajar dame órdenes, haré lo que me pidas, pero no te arriesgues! ¡Eres egoísta e inmadura al actuar así! ¡No se que pude haber visto en ti!

Yue supo que había hablado de más cuando vio la reacción de su ama. El rostro de ella no mostraba furia ya, sino sorpresa. Cerró los puños con fuerza y sus ojos se pusieron levemente vidriosos, como si contuviera las lágrimas.

La demonio sabía que Yue gustaba de ella, y a pesar que no le correspondía esas palabras le habían dolido, le hicieron recordar unas similares de rechazo pronunciadas por alguien más.

- Entonces ya déjame en paz – dijo ella con una voz como si mordiera la rabia mientras  hablaba – Eres un demonio que finge amabilidad y supongo que ya te cansaste de eso ¿no?... No sabes lo que viste en mi porque nunca hubo nada allí – ella se acercó a él - ¡Vuelves a ponerme una mano encima y te la cortaré de tal manera que jamás crecerá de nuevo! No dejaré que vuelvan a ponerme la mano encima o a insultarme jamás. – sus ojos se tornaron rojos al decir esto, y su mano empuñada se dirigió directo a la mandíbula de Yue propinándole un golpe que lo derribó.

Luego Evangeline desapareció.

Yue se sentó en el suelo y se tocó la mandíbula, sonrió de medio lado.

- Tiene un buen gancho, al menos se que el entrenamiento dio resultados – se dijo a sí mismo – No debí haber dicho esas últimas palabras, se lo que vi en ti, aun lo veo… y aún lo quiero.

Pasaron algunos meses más. Evangeline no le hablaba a Yue por ninguna razón y este suspiraba resignado cuando hacia alguna pregunta, saludaba o comentaba algo y no obtenía respuesta. Además su actitud autodestructiva no había parado, al contrario, parecía ser peor que antes y el continuaba trabajando casi sin descanso, o en los momentos en que estaba más ocupado encargándose de otros asuntos.

Nuevamente otra criatura peligrosa, nuevamente otra provocación de parte de la demonio, nuevamente no se defendía al ser atacada, y Yue nuevamente aparecía en el momento justo. Vio el ataque hacia su ama, ella no se movió ni un centímetro del lugar porque había sentido la presencia del demonio llegando. Otra vez una lanza dirigiéndose a ella, esta vez arrojada por la criatura, pero en esta ocasión Yue no tuvo tiempo de desviarla, o detenerla, solo para interponerse entre ella y su ama. La lanza le atravesó la espalda y salió por su abdomen, todo esto frente a los ojos de Evangeline, el demonio cayó de rodillas, escupiendo sangre.

- Yu…e – dijo Evangeline alarmada.

Yue la miró, sonrió y dijo:

- Veo que al fin… me habla… joven ama – y terminó de caer al suelo.

La criatura los atacó de nuevo pero la súcubo se defendió magistralmente y lo mató en segundos. Luego corrió donde Yue y le arrancó la lanza, le dio la vuelta y lo sostuvo en sus brazos.

- ¡¿Por qué hiciste algo tan estúpido?! – dijo ella.

- Es gra…cioso que… usted hable… de hacer… cosas estú…pidas, joven… ama – Yue sonrió mientras hablaba con algo de dificultad.

Ella no contestó, él tenía razón, era ella quien hacía cosas estúpidas.

- Debiste dejar que me atravesara.

- Jamás, usted es mi joven ama y mi deber es protegerla aun a riesgo de mi propia vida.

- ¿Por qué sigues perdiendo sangre? – dijo ella desesperada, tomó la lanza, la revisó – Fue forjada en la fuente, si te hubiese atravesado el corazón estarías muerto.

- Si no me… hubiera,,, atravesado usted… estaría muerta, iba… dirigida directo… a su corazón – Yue tosió y de nuevo escupió sangre, para después perder la conciencia.

La súcubo desapareció de allí con su demonio para aparecer en casa de este. Curó su herida mientras repetía una y otra vez: “Es mi culpa, no te mueras”. Un par de lágrimas acompañaban estas palabras de vez en cuando.

Ella estuvo tres días utilizando su energía para curar a Yue hasta que finalmente consiguió que la herida cerrara. Evangeline se durmió exhausta junto a Yue al inicio del cuarto día. Horas después que ella se durmió Yue despertó sintiéndose mucho mejor, lo primero que vio al abrir sus ojos fue el rostro de su joven ama dormida a su lado.

Acarició su rostro, sonriendo. Iba a abrazarla, pero ella abrió los ojos.

Evangeline lo vio despierto y sonrió de manera sincera. Hacía meses que Yue no veía esa sonrisa que tanto le gustaba en el rostro de su ama. Había sido su segundo regalo del día para la vista.

Ella reprimió un bostezo y se estiró como gato, sonriendo.

- ¿Te sientes mejor? – pregunté ella, sentándose en la cama.

- Veo que aún me habla joven ama – dijo Yue – Y sí, me siento mejor, gracias a sus cuidados.

- Me alegra que estés mejor – la súcubo acercó sus labios a los de Yue, éste tuvo la esperanza que lo besaría, y por estúpido que a él le pareciera, su corazón se aceleró – Yo aún necesito descansar – ella hablaba a escasos centímetros de sus labios. Luego le dio un beso en la mejilla y se acostó a su lado abrazándolo para continuar durmiendo.

El demonio suspiró decepcionado, pero sonrió y la abrazó, durmiéndose junto a ella también.

La relación entre ambos cambió notablemente después de este hecho. En primer lugar Evangeline ya estaba estable y no necesitaba protección realmente. Ella dejó de buscar peleas para darle trabajo a Yue y se enfocó en su entrenamiento, estudio y en lo que realmente le gustaba hacer en esa época, el rastrear y encontrar objetos y libros antiguos, perdidos en el tiempo.

Yue la ayudaba a levantarse, bañarse, y vestirse, le servía de alimento y la consentía cuando ella se dejaba. En ocasiones ella se burlaba de la forma en la que la trataba, pero Yue solo sonreía y continuaba a su lado, pendiente siempre de ella.

- Voy a divertirme, no me sigas, es una orden – decía la súcubo en ocasiones cuando ella iba a buscar algún objeto oculto en lugares especialmente peligrosos. Yue no la seguía, pero estaba atento a todo lo que hacía y se desesperaba cuando creía que estaba en peligro, pero luego suspiraba aliviado al notar que se las arreglaba bien sola.

Una tarde ella se apareció en el palacio de Yue, en uno de los pasillos.

- Yue, Yue, Yue, Yue – dijo ella corriendo hacia él y lanzándose a sus brazos, lo abrazó y le dio un beso en los labios que duró apenas un segundo, pero que el demonio no se esperaba – Ven acompáñame, quiero mostrarte algo.

Un segundo después Evangeline los había hecho aparecer frente a un pequeño palacete de mármol veteado.

- Mi casa ¿te gusta? – preguntó ella.

De la felicidad inicial del primer beso espontáneo que ella le daba, Yue pasó a la desilusión, o algo similar a tristeza que no supo definir, pero no era nada agradable.

- ¿Tu casa? – dijo él con un tono de tristeza en la voz que ella no notó.

- Si, mi casa, mira ¿Cómo quedó? – la demonio lo llevaba de la mano entrando y saliendo de las habitaciones - ¿Verdad que me quedó linda?

- Si, muy linda – respondió él con el mismo tono - ¿eso significa que ya no vivirás conmigo?

- Ese era el plan inicial ¿no? Aunque me tardé más tiempo del que tenía planeado – ella miraba todo sonriendo – quería que fuera perfecta, ni tan grande, ni tan pequeña. El espacio suficiente para mi colección de libros y objetos antiguos, que tu nunca sabes cuándo vas a necesitar, y una sala de música con mis instrumentos favoritos – ella suspiró y lo miró.

El rostro de Yue le indicó que no estaba feliz.

- Yue, aunque nuestro pacto sea eterno, no pensaste realmente que viviríamos eternamente juntos ¿o sí?

- Entiendo joven ama- dijo Yue con su falsa sonrisa dibujada en el rostro.

Ella suspiró

- No será tan malo.

- No, no lo será – el continuaba sonriendo falsamente.

Los días comenzaron a pasar, las semanas, los meses. Yue iba y venía de la mansión cuando Evangeline lo necesitaba. A veces simplemente la oía cantar y tocar el piano, o la veía desplegar sus alas y danzar en el cielo al ritmo de una música que tarareaba. Amaba verla sonreír, verla feliz. Y después de casi tres años de haberse ido de casa de Antare ella no parecía tener preocupación alguna. Jamás hablaba de él o lo había ido a visitar en ese tiempo.
Una noche que Evangeline estaba a solas en su mansión, descifrando un manuscrito especialmente complicado, y cuando al fin consiguió leerlo sonrió con satisfacción, miró a su lado esperando ver a Yue, pero estaba sola.

Tenía que reconocer una cosa… aunque lo veía casi todos los días, lo extrañaba, por lo que tomó una decisión. Se apareció en la habitación de Yue, este dormía, pero al sentir una presencia abrió los ojos y se sentó en la cama algo preocupado ya que no era habitual que ella apareciera de esa manera.

- ¿Ocurre algo joven ama?

La demonio se sentó en la cama junto a Yue y lo abrazó.

- ¿Te gustaría vivir conmigo? – le susurró al oído. Luego mirándolo a la cara agregó – Me di cuenta que la casa es muy grande para mi sola.

Yue sonrió y besó los labios de su ama en una forma en que jamás lo había hecho, ya que por lo general lo hacía cuando ella estaba dormida. Ella no hizo ningún gesto de rechazo, y al separarse del beso, el demonio dijo:

- Me encantaría vivir con mi joven ama… porque yo la amo….

Evangeline se dio cuenta que él lo había mal interpretado y no quiso sonar dura con lo que le decía, pero lo mejor era dejarle las cosas claras.

- Yue no te confundas, te extraño es verdad, pero te has convertido en un buen amigo, lo eras antes también… Además… no es amor lo que sientes por mí, el amor no existe para los demonios, deberías saberlo – ella había repetido las mismas palabras que le habían dicho alguna vez.

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