Capitulo 3: Vaguedad
Había volado
durante horas sin entender el comportamiento de Antare. Todo parecía tan bien
entre ambos que ella no entendía lo que había hecho, al punto de haber
molestado tanto a Antare, como para que la echara de casa. Quizás todo había
sido una mentira después de todo, era lo que ella pensaba ¿Por qué culparla a
ella de esa manera por algo que habían hecho ambos?
Se detuvo en lo que
parecía ser una vasta planicie rocosa, el cielo estaba gris rojizo. Una serie
de relámpagos cruzaban el cielo acompañados del sonido de los truenos,
generalmente era así en el inframundo.
Se sentó en una
roca y continuó llorando.
- ¿Qué le ocurre a
mi bella dama? – escuchó una voz levemente preocupada a su espalda.
Se giró rápidamente
y vio a Yue allí.
- ¿Qué haces aquí?
– preguntó de manera agresiva limpiando sus lágrimas.
Yue se acercó a
ella, mirándola con seriedad.
- No son lágrimas
lo que le vienen a ese hermoso rostro.
- ¡Te hice una
pregunta! – ella se oía molesta. No podía olvidar las palabras de Antare
refiriéndose a Yue, aquello de que lo tenía a él, lo que la indispuso contra el
demonio.
- Yo solo te vi y
decidí saber que te ocurría, tu energía se notaba inestable – él se acercó
mientras hablaba, y le tocó el rostro con su mano.
- ¡No necesito tu preocupación!
– le apartó al mano de un golpe.
Al acercarse más
Yue notó el aroma de Antare impregnado en cada fibra del ser de la súcubo. En
ocasiones ella olía a él, pero jamás como ahora y de inmediato el imagino el
motivo. Sus ojos brillaron rojos durante unos segundos.
- Si él te hizo
algo yo…
- El no me hizo
nada – Evangeline lo apartó bruscamente, interrumpiéndolo – Solo déjame sola.
- ¿Qué harás?
- Eso no es de tu
incumbencia, ¡Vete ya!
Yue no quiso seguir
preguntando y arriesgándose a que ella se molestara aun más con él, por lo que
se marchó y decidió observar desde lejos.
Ella vago de un
lugar a otro durante días y en ocasiones notaba la presencia de Yue muy cerca
de ella.
En esos días ella
había estado reflexionando lo suficiente y había caído en cuenta que quizás lo
que le molestaba a Antare era su naturaleza de súcubo. Ella sabía que tenían
mala fama. Que seducían hombres y los dejaban, y que la creencia popular era
que tenían relaciones con un sin número de hombres para robarles su energía.
Era verdad que uno de sus alimentos era ese tipo de energía, pero también era
cierto que lo hacían a través de los sueños y las fantasías que creaban en sus
mentes, no del contacto físico directo. Tampoco eran fieles, ella lo había
escuchado, por lo que quizás el miedo de Antare derivaba de allí. O al menos
eso era lo que ella quería creer ya que necesitaba verlo de nuevo.
Luego de unos días
Yue se cansó de observarla desde lejos, y decidió acercarse a ella nuevamente.
- ¿Ahora estas
dispuesta a hablar?
- No tengo nada de
qué hablar – ella estaba sentada en una roca como días antes.
- Evangeline te he
observado…
- Lo he notado –
interrumpió ella.
Yue suspiró y
continuó
- No te has
alimentado, no has descansado en días, tampoco has tomado un baño ¿No
regresarás a tu casa?
- No tengo casa –
su respuesta fue cortante. Mientras hablaba disimuladamente tomo el olor a su
brazo. Seguía oliendo a Antare.
Yue notó lo que
ella había hecho y sonrió divertido. En realidad esa niña le gustaba.
- Puedes venir a mi
casa si lo deseas.
- ¡NO!
- No te hare daño
si es lo que te preocupa – él sonrió.
- Como si pudieras
– dijo ella en tono burlón, mirándole retadoramente.
- He entrenado
contigo Evangeline, sé que puedo vencerte si lo deseo, especialmente si estás
en periodo bajo… – Yue quería molestarla un poco – como ahora.
Ella se levantó de
la roca y sin ningún aviso se lanzó sobre Yue para atacarlo, este esquivo el
ataque por poco, algo sorprendido, no esperaba una respuesta tan rápida de
parte de su oponente. Sonrió para sí al pensar en ella como su oponente.
Bloqueó un par de
golpes que ella lanzó, y retrocedió unos pasos esquivando otros. La súcubo le
lanzó una patada a la cabeza, Yue se agachó. Ella estaba cada vez más molesta,
se lanzó de nuevo sobre él, esta vez directo a su cintura con la intención de
derribarlo, pero el esquivó de nuevo a la demonio, quien pasó de largo cayendo
a un estanque lodoso. Quedó sucia de pies a cabeza.
Al verla ponerse de
pie, Yue no pudo evitar reírse. Era como ver a un monstruo de lodo emergiendo
del fango.
- No es gracioso –
dijo ella molesta.
- Es que no te has
visto – comentó Yue ofreciéndole la mano para salir del estanque.
Evangeline iba a
rechazarla, pero lo pensó mejor y tomó la mano de Yue, pero no para salir, sino
para atraerlo hacia el lodo. Ahora fue su turno de reír al verlo.
Yue no se molestó
ya que tuvo la oportunidad de oír su risa nuevamente, una de las cosas que más
le gustaban de ella.
Minutos después
ambos estaban fuera del estanque lodoso.
- Yue – ella puso
cara de niña buena – ahora si aceptaría un baño.
El demonio sonrió y
la tomó de la mano haciéndolos aparecer en su casa, directamente en el cuarto
de baño.
El lugar era amplio
y las paredes eran grisáceas, al igual que la enorme bañera, del tamaño de una
piscina pequeña.
Yue comenzó a
quitarse la ropa lodosa.
- No esperaras
bañarte conmigo ¿verdad? – Evangeline lo miraba cruzada de brazos.
- No pensé que
fueras pudorosa.
- No lo soy, pero
quiero bañarme sola.
- Ven – Yue la tomó
de la mano y la condujo a un rincón desde donde comenzó a caer agua desde una
regadera – Así podremos tomar un baño cómodamente – le dedicó una sonrisa
seductora.
- ¿Que no me
escuchas?
- No querrás que
este todo lodoso hasta que termines ¿verdad? – el había terminado de
desvestirse.
- A mi no me
molesta – ella le sonrió, mientras el agua quitaba el lodo de sus cuerpos.
Yue también le
sonrió y comenzó a desvestirla a ella.
- Puedo bañarte si
lo deseas.
- No gracias –
Evangeline lo hizo desaparecer de allí y se dedicó a terminar de desvestirse y
quitarse el lodo.
Minutos después estaba
en la bañera donde se relajó por casi media hora. Al salir envuelta en una bata
Yue la esperaba al otro lado de la puerta que daba a su habitación, estaba
envuelto en una toalla.
- Eres muy cruel
¿sabes? – dijo él.
Dos horas más tarde
ambos estaban bañados y vestidos y ella recorría la casa de Yue, amplia y
hermosa. Habían terminado nuevamente en la habitación del demonio.
- ¿Quieres comer? –
Yue se había abierto su camisa negra y dejó al descubierto su cuello - Porque
bebes sangre ¿cierto?
Evangeline miró el
cuello de Yue y debió reconocer que tenía hambre, pero ella solo había bebido
la sangre de Antare desde hacía años y no estaba segura si beber de alguien más
sería correcto.
- Vamos, sé que
tienes hambre – él se acercó a la súcubo y puso su cuello casi rozando sus
labios.
Finalmente el hambre
fue más fuerte y ella clavó sus colmillos en la suave piel casi de manera
agresiva, provocando que un gemido saliera de los labios de Yue. El caminó
hacia la cama con ella abrazada, mientras la súcubo seguía bebiendo. La obligó
a caer con él en la cama, con ella sobre su cuerpo.
La sangre de él era
dulce, cerró los ojos disfrutándolo, le pareció incluso mejor que la sangre de
Antare.
Finalmente ella
dejó de beber y lamió la herida del demonio para cerrarla, el volvió a gemir,
pero esta vez no fue de dolor. Evangeline lo miró sorprendida, desde arriba.
- ¿Era necesario
que termináramos así? – preguntó ella al notar como estaban.
- La sangre fluye
mejor de esta manera – dijo él en tono burlón.
Ella se levantó de
encima de él y se recostó a su lado.
- Estoy cansada,
dormiré un poco, espero que al menos me dejes dormir sola.
- Si es eso lo que
deseas – Yue le besó la mano y la dejó sola en la habitación.
La demonio miró a
su alrededor, se desvistió y se acostó. Era cómodo estar allí, pero había
tomado una decisión, al día siguiente iría a hablar con Antare y aclararía la
situación.
Ella estaba
exhausta por lo que se durmió casi de inmediato. Yue entró a la habitación y la
observó dormir, depositó un beso en sus labios sin despertarla y se recostó
junto a ella, la abrazó y veló su sueño esa noche. Evangeline reaccionó
instintivamente abrazando lo que estaba a su lado, sin despertar en toda la
noche.
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