“Siempre he considerado que Ewan
no necesita saber esto, pero con ello solo trato de engañarme a mí misma, nadie
sabe a realmente que fue lo que sucedió en mi época de escuela, ni siquiera mis
dos mejores amigos lo saben todo, aquello que empezó como una novela romántica,
pero fue solo el comienzo de los problemas que tendría que afrontar con mi
familia.”
Jill
suspiro mientras escribía esto, estaba sola en su habitación meditando si era o
no si era correcto lo que estaba por hacer. Siguió escribiendo en aquel diario
que había adquirido cuando estaba en el instituto, pero que sin embargo jamás había
usado.
“Digamos que esto comenzó cuando
entre al instituto, fue ahí donde conocí a Saine y Helia, los cuales venían de
una escuela inglesa y se habían trasferido por el trabajo de su padre, para mí
siempre fueron un par de chicos extraños, pero, a pesar de que yo era extraña y
solitaria ellos se acercaron a mí, consideraba a Helia fastidioso e infantil,
Saine no lo era tanto pero cuando estaban juntos, era como tener a Fred y
George Weasley juntos.
Nos hicimos amigos muy pronto,
fue entonces cuando lo conocí cuando salía de clases, era un alumno un par de
años mayor que yo, habían pasado un par de meses desde el inicio del curso, y
sin embargo hasta entonces lo había visto, desde ese día me lo encontraba mas y
mas seguido en los pasillos, la biblioteca, la cafetería, el patio e incluso a
la salida
Trataba de no pensar demasiado,
ni de hacerme ilusiones, pero, al parecer Helia le había tomado coraje a él, le
hacía bromas como pegar sus dedos con arcilla de secado inmediato, o dejaba las
pinturas abiertas para que se derramaran, aun con todo esto, el siempre
sonreía, una sonrisa que cada día me gustaba más, y así fue creciendo lo que
sentía por el hasta que me anime a invitarlo al festival escolar.
Contrario a lo que Helia me había
dicho, el acepto, acepto acompañarme al festival escolar, incluso asistió
conmigo a la cafetería “mágica” que
habían montado en mi clase. Fue ahí cuando se entero que yo había propuesto el
tema,
-
A mí también me gusta Harry
Potter – fue lo que me dijo
Después del segundo día del
festival, el me pidió bailar a su lado alrededor de la fogata, me tomo por
sorpresa, fue entonces cuando se me declaro, me había tomado con la guardia
baja, pero el mismo me explico que había estado rondando los pasillos del
primer curso solo con la intención de buscarme.
Fue ahí cuando empecé a salir con
él, era amable y atento conmigo, no estaba acostumbrada a eso, y Helia le hacia
la vida de cuadritos más que nunca. Para mi cumpleaños me hizo un regalo
especial, demasiado especial, el primer libro de Harry Potter con el autógrafo
de la mismísima J.K. Rowling, el libro estaba en ingles, a lo que se disculpo
de poder conseguirlo en japonés, pero... lo había traído de Inglaterra.
Ese libro se convirtió en uno de
mis más apreciados tesoros, fue en navidad cuando me regalo el segundo libro,
el cual al igual que el primero tenía el autógrafo de la autora.
Creía que las cosas iban bien,
pero... papá era estricto, consideraba que yo no tenía edad suficiente para
tener novio, ni siquiera trato de ser amable cuando lo conoció, mamá fue un
poco más amable, pero note que tampoco era de su agrado. Sin embargo el no se
inmuto, ni cambio su manera de ser conmigo a causa de ello, simplemente no le
importaba lo que pensaran de él, si yo seguía pensando que él era bueno y
amable, no le importaba el resto.
Creía que todo iba a estar bien,
creía que no podríamos separarnos, pero, no fue así, al final del curso el
repentinamente me dijo que teníamos que terminar, que lo nuestro no podría
seguir funcionando, eso significo un duro golpe para mí, pero no entendía por qué?
Que había hecho mal para que quisiera terminar tan repentinamente?
Pero no era mi culpa, ni mía ni
de el, él quería terminar tanto como yo, pero no había más opción, cuando
terminara el curso el se marcharía del país para siempre, no quería lastimarme
ni ilusionarme, tampoco quería que esperara por siempre por él, lo dejo claro,
no pensaba volver a Japón jamás.
Me dolía el pecho, sentía que me
presionaban y me asfixiaban, tome la manga de su saco, no podía hablar bien, y
me costaba contener las lágrimas.
-
Déjame... estar a tu lado –
susurre
-
No puedo llevarte a donde iré...
aunque lo quiera.... no podría
-
Entonces déjame estar contigo por
primera y última vez antes de que te marches – insistí viéndolo a los ojos, las
lagrimas corrían por mis mejillas
El no se negó a ello, me estrecho
en sus brazos y beso mi frente, Salí con el tomándolo de la mano, y lo seguí
hasta el edificio de departamentos donde vivía, había estado anteriormente ahí,
pero solo había sido cuando él me había explicado una lección que no me quedaba
clara, pero esta vez, no iría a estudiar.
Me abrazo por la espalda, fue tan
repentino que me tense sin quererlo.
-
Estas nerviosa no es así?- dijo
tranquilo – escucha no... no quiero hacer nada de lo que no estés segura...
aun... quieres continuar?
-
Si – respondí sonrojada, lo
voltee a ver y bese sus labios – estoy... completamente segura de esto
El continuo besándome, y me guio
a su habitación, fue tierno y amable conmigo, ese sería un día que jamás
olvidare, me sentía tranquila y segura a su lado, pero sabía que todo acabaría
ahí, sería mi primera y última vez a su lado, al menos me alegraba de que uno
de los momentos más importantes en mi vida, lo haya podido compartir con él.
Me llevo a casa cuando anocheció,
charlamos como siempre pero me dejo unas calles antes, beso mi frente y me puso
su bufanda de rayas verdes en el cuello.
–
No me odies después de lo de hoy
– susurro mirándome preocupado
–
Jamás te odiaría – respondí –
pero... no pienses mal de mí, ni que... soy una fácil por favor
–
Nunca en mi vida pensaría eso
Beso por última vez mis labios y
se despidió de mi, entre a la casa y subí a mi habitación, donde me quede toda
la noche, incluso mi hermano me subió la cena.
Al cabo de unas semanas todo
parecía extraño para mi, era difícil, parecía como si acabara de despertar de
un largo sueño, la realidad no me gustaba en absoluto, cuando llegue a casa había
un paquete en la mesa, me acerque, era de él, reconocía su letra. Rasgue el
papel extrayendo su contenido, el tercer libro de Harry Potter, al igual que
los dos anteriores, también estaba firmado por Rowling. Además había un trozo
blanco de papel en las hojas finales , lo abrí y leí la breve nota
>>Espero no me odies por lo
sucedido, envió este como mi último presente hacia ti, espero puedas ser feliz
de nuevo y encuentres a alguien que te sepa valorar, nunca olvides que de
verdad te ame, pero era inevitable que esto pasara... no me busques, no volveré
a Japón, hasta siempre<<
Cerré el libro, habían pasado
casi tres meses desde que él se había marchado, sonreí cálidamente como no lo había
hecho durante semanas.
–
No fue este tu ultimo regalo-
susurre mientras acariciaba mi vientre
Me había enterado hacia solo un
par de días, mis padres me matarían de eso estaba segura, pero Saine y Helia me
habían ofrecido que viviera con ellos si la cosa se ponía fea, ellos eran los
únicos que sabían de esto, tenía miedo por lo que pudiera pasar, pero estaba más
decidida que nunca a salir adelante aunque fuera sola, pero no dejaría que nada
me quitara al pequeño que ahora crecía en mi.
Como lo había supuesto, papá se
puso furico conmigo, tenia roja la mejilla debido a una fuerte bofetada que me había
plantado, además me había exigido que me deshiciera del bebé o dejaría de ser
su hija, no me importo, me puse de pie e incline la cabeza, diciéndole que me marcharía
cuanto antes, pero que no me desharía de mi bebé.
No tuve que marcharme realmente,
mi madre me dijo que me quedara, que ya recapacitaría con el tiempo, pero se
equivocaba, terminar el curso escolar fue difícil, pero logre conseguir una
beca para terminar al menos la escuela, Ewan nació un par de semanas antes de
lo que lo esperaba, un 31 de Octubre, solo Helia , Saine y mi hermano Ronald fueron a verme al hospital. Ewan parecía un
pequeño gatito blanco, sobre todo por sus extraños ojos, tenia heterocromia en
ellos, uno dorado y uno azul, sonreí y bese su frente, era un niño bastante
lindo.
No fue difícil encontrar quien
pudiera cuidar a Ewan, ya que por las tardes tenía que trabajar, Helia y Saine
se hicieron cargo de él, a veces Ronald
los ayudaba, se notaba que mi padre no sentía el mas mínimo aprecio hacia Ewan,
ni su abuelo ni su abuela lo querían ver, de hecho les aliviaba que el bebé se
la pasara toda la tarde con Helia y Saine, lejos de la casa.
Jamás volví a saber realmente de él,
tal como me lo había dicho años atrás cuando se fue, perdí la esperanza de
verlo volver algún día, además, ahora tenía que velar por el hijo de ambos,
aunque él no sabía nada del niño, le había explicado la situación a Ewan de por
qué su padre no estaba con él, pero no pareció tomarlo tan mal como creí, aun así
a veces se sentía mal porque algún niño lo había molestado con eso, solo en
esos momentos el me preguntaba mucho por su padre.
Le hable un poco de él, le dije
que lo había conocido en la escuela, y que él había nacido después de que su
papá se fue. También le mostré los libros que me había regalado.
–
El te los dio? – me pregunto
curioso
–
Así es
–
Y me los leerás? – me pregunto
mirándome fijamente
–
Quieres que los lea para ti?
–
Son los libros que papá le regalo
a mamá, a mamá y a papá les gusta Harry Potter, y yo... quiero conocer la
historia que a papá le gusta – me dijo con ojos llorosos
–
Entonces... los leeremos juntos está
bien? – le dije abrazándolo
–
Y veremos las películas juntos?
–
También veremos las películas
juntos – le sonreí”
Jill
dejo de escribir poco a poco, después de eso le habían ofrecido un trabajo en Londres
como maestra de artes en la Universidad Metropolitana de Londres.
Había
salido de Japón con Ewan y Ronald, sus padres parecieron alegrarse de poder
deshacerse del niño, pero ella creía que solo eran supociones suyas, no le dio
importancia, ahora empezaría una nueva vida en Londres, con su hermano y su
hijo, y quien sabe, puede que incluso ella misma por fin se diera la
oportunidad de ser feliz. Además, no empezarían solos, Helia y Saine estaban a
su lado como siempre habían estado desde el primer día del instituto en Japón,
aquellos días habían quedado muy atrás en el tiempo.
Me imaginaba un poco asi la historia de Jill, gracias por compartirla
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